Sobre Monjalés
Cuando el pintor español Daniel de Campos, profesor y vicerrector del Centro Educativo y Cultural Español Reyes Católicos de Bogotá, me invitó a escribir para el catálogo de mi entrañable amigo el también pintor español Monjalés, que como comisario venía preparando para realizar a principios del mes de mayo, advertí que, tanto como mi parecer sobre la trayectoria profesional de Monjalés, le atraía la semblanza que yo pudiera referir de él como ser social y comunitario, apoyado en los más de cuarenta años de fraternal relación.
Conocía a Monjalés en junio de 1968. El ya fallecido Antonio Roda, otro notable pintor español, que era entonces el director de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de los Andes de Bogotá, donde yo daba clases de grabado en metal, nos dijo a los profesores que nos encontrábamos reunidos para tratar de cuestiones del cercano semestre, que estaba esperando, y que participaría en la reunión, un pintor español recién llegado a Colombia, de destacado desempeño en la vanguardia del nuevo arte europeo, precisando otras encarecidas consideraciones de la persona en cuestión, como que había logrado salir de España perseguido por el régimen franquista por estar comprometido en la defensa de las libertades democráticas, añadiendo el maestro que su nombre era Monjalés y que la Universidad lo había vinculado a nuestra Facultad. No tardó en llegar y el maestro Roda hizo las presentaciones de rigor. A partir de ese momento, y una vez iniciado el semestre, nos vimos casi todos los días en la Universidad, cimentándose entre nosotros el fraternal aprecio que nos profesamos.
Después de ejercer la docencia durante varios semestres, Monjalés que ya había montado con su compañera Rosario un taller de cerámica, renunció a su función de profesor en la Facultad de Arte, dedicándole considerable atención a la cerámica y ajustando nacientes sesgos creativos; y, aunque sea de pasada, quiero ponderar esos dieciocho años en que Monjalés permaneció al lado de Rosario, aquejada por la esclerosis múltiple confortándola hasta el último instante.
En el momento en que Monjalés llega a Bogotá, ya ha concluido varias etapas de su recorrido artístico, entre ellas el “Pacto de las premoniciones” que en palabras del mismo Monjalés supuso un imaginativo y ensoñador adentramiento en el inquietante y mágico universo de El Bosco. Y en 1960, con obras de su período abstracto, representa a España en la XXX Bienal de Venecia, en donde se exhibieron nuevamente sus obras en 1976, esta vez seleccionadas por un organismo designado por la propia Bienal, en una muestra titulada “Vanguardia artística, realidad social, 1936-1976”, que al año siguiente se expuso en Barcelona en la Fundación Miró.
Ahora, próximos a la inauguración de la exposición felicito al Centro Educativo y Cultural Español Reyes Católicos y a su curado el importante pintor Daniel de Campos por esta iniciativa, con el deseo de continuar viendo a Monjalés delineando sugestivos procesos plásticos como son las “Nuevas sombras”, en las que partiendo de la transformación en escultura de conocidas obras pictóricas y usándola como modelo, se alumbran nuevas obras con otros perfiles, distintas proyecciones de luz que generan nuevas sombras; los “Idios per a Gaudir” , que apoyado en la maravillosa distribución de fragmentos cerámicos de Gaudí en el Parc Güell, Monjalés introduce otras rotas cerámicas escultóricas beneficiando su significado; y esas “Adveraciones taléticas” dedicadas al naturalista gaditano J.C. Mutis en las que se implica el agua y la floración de las plantas como elementos que nos sugieren la esencialidad que supone el cuido de nuestro planeta.
Humberto Giangrandi
Pintor y profesor de la Facultad de Arte de la Universidad Nacional